El sol esta radiante y a Karina y a mí nos ha provocado irnos de picnic. Estamos a mitad de la primavera y el clima esta de maravilla. Los dos estamos cansados de haber trabajado duro toda la semana y merecemos un buen descanso y desconectarnos del mundo por una horas. En la tienda venden unas manzanas frescas y nos vendrá bien un vinito y unas empanadas de queso. Un tapete y un poco de música harán que nuestro día sea diferente. Estamos tan cansados de trabajar, es tan aburrido trabajar entre cuatro paredes, en una oficina, para luego ir a la casa, sentarse un rato a ver televisión, hasta que me quedo dormido. Luego si es que tengo energía, invito a Karina al cine, a tomar un helado y de vuelta a la casa a lo mismo. Pagar cuentas y ocuparme de las cosas cotidianas. A veces me gustaría salir a unas largas vacaciones con Karina y olvidarme de todo. Es incluso difícil sacar sincronizar en nuestras vacaciones. Cómo me gustaría cambiar de trabajo, pero esta compañía me da beneficios, retiro y seguro de salud que ninguna compañía ofrece. No me queda otra que seguir trabajando aquí, qué le haré. Bueno, al menos hoy nos iremos de paseo a relajarnos un rato a ver el paisaje y respirar aire puro.
Así, Ramón y Karina salieron al state park, preparados para subir algunas colinas y divertirse en una entretenida caminata, tomando un poco de sol. Llegaron al parque, rodeado de bosques y se instalaron con un pequeño tapete de tela cuadriculada y sacaron unos suculentos sandwiches. Karina sacó una botella de vino, y mientras sonaba una romántica canción, Ramón la miraba extasiado, enamorado, deseando que ese momento no pase jamás. Se la pasaban tan bien ahí.
Karina se quedó mirando el bosque un rato, y con una sonrisa traviesa le dijo a Ramón, que te parece si nos vamos caminando, recogiendo unas semillas de flores silvestres y vemos por donde pasa el río, me parece que es en esa dirección. Sería entretenido internarnos en el bosque y caminar un rato. Por último, si nos perdemos tenemos GPS y volvemos.
Ramón la complació y con una bolsa en la mano y una botella de agua, comenzaron una caminata y se internaron en el bosque, atraídos por unas flores rojas que se veían no muy lejos de donde estaban.
Karina me ha pedido caminar para recoger unas semillas, creo que es una buena idea para estirar un poco las piernas. Aparte que será divertido investigar el bosque. Vamos caminando y es muy bonito, hay ramas secas en el camino y encontramos algunas plantas que nunca vi. Quizá estas plantas están solamente en las zonas donde nadie va. Karina esta contenta caminando. Ya hemos caminado como unos quince minutos y parece que estamos bastante lejos del carro. Pero es tan agradable acá que creo que seguiremos caminando un buen rato porque se respira aire tan puro y todo parece tan acogedor que no me preocupa. Quiero ver si llegamos a alguna fuente de agua para ver si quizá vemos algunos peces o una caída de agua que nos refresque un poco. No hace calor, el clima es muy agradable. - Amor, ¿te atreverías a quedarte por estas rocas a pasar la noche?, parece un buen sitio. Puedo practica hacer un refugio de palos como me enseñaron en los scouts para que nos proteja del frío o cualquier animal.
Ramón me ha venido con esta idea de quedarnos a pasar la noche a la intemperie, la verdad no lo había pensado, pero me parece una idea divertida. Yo creo que sería una bonita experiencia que nos uniría más como pareja y le doy una oportunidad de protegerme. Me gusta mucho investigar plantas y creo que podría ser una buena idea. Conectarnos con la tierra y sentir que somos parte de la naturaleza. Sería una buena manera de resetear nuestra mente y abrir nuestro espíritu a algo nuevo.
- Sí Ramón, creo que tienes una buena idea, creo que sería interesante para cambiar un poco. Te puedo ayudar a buscar algunos palos para armar el refugio que dices.
Ramón y Karina reunieron una buena cantidad de palos y Ramón los colocó de tal manera, cruzados de lado a lado, con un ángulo de 60 grados en la parte de arriba, que cómodamente podía entrar los dos echados adentro sin problema. La noche era un poco fresca, pero no estaba muy fría. Cuando el refugio estuvo terminado, los dos se echaron sobre una roca grande a ver estrellas fugaces, el cielo estaba muy claro y se podían ver fácilmente los astros, de diferentes tamaños, diferentes brillos y colores. Ramón le enseñó a Karina la ubicación de ciertas estrellas, la ubicación de ciertas constelaciones y Karina escuchaba con atención, con ojos soñadores. Cuando se les comenzaron a cerrar los ojos de sueño, decidieron meterse al refugio, y abrazados, pasaron la noche ahí.
Hmm, este es un día diferente, fuera de lo común. Me pregunto como estará mi carro, pero la verdad no me preocupa nada. Tener a Karina entre mis brazos es maravilloso y no lo pienso cambiar por nada. La voy a dejar que duerma un poco más. El sonido del bosque es tan diferente, me hace sentir tan libre, me da mucha paz. Creo que voy a seguir buscando más palos para seguir armando algo mas interesante. Pero primero creo que podemos caminar un poco más, quizá sería bueno encontrar un poco de agua ya que las botellas pronto se acabarán. - Hola mi amor, ya te despertaste. Te quiero mucho, me siento feliz de estar aquí contigo, parece un sueño.
Se levantaron y se sentaron un rato en una piedra pensando sobre la experiencia que habían tenido al decidirse pasar la noche en el bosque. Karina se fue detrás de un árbol para ir al baño, y vino sintiéndose mejor, sonriendo tímidamente. - Ramón, quieres caminar un poco a ver qué encontramos más allá? total, tenemos el GPS si nos perdemos. Mira, es domingo y tenemos todo el día. Y partieron la caminata, observando con detenimiento las nuevas plantas, insectos y pajaritos que veían por el camino. Karina se sentía segura de la mano de Ramón y él a su vez se sentía orgulloso de ser protector de su novia, y tenía muchas ganas de investigar más el bosque. Buscó en su bolsillo y encontró que tenía una cuchilla, pensó que le sería útil por si lo necesitaba. Siguieron caminando por una media hora, no había ningún rastro de ningún camino, avanzaban simplemente en el bosque entre árboles y plantas de todo tipo. Al rato, después de haber avanzado un buen trecho, llegaron a una especie de riachuelo pedregoso, con agua que corría limpia. Felices se acercaron, se quitaron los zapatos y se mojaron los pies, una sensación agradable. Se quedaron un buen rato, gozando del agua y viendo que estaba limpia, rellenaron sus botellas.
Me parece excelente que hajamos encontrado agua, hizo nuestro día mejor, ya me estaba dando sed y parece realmente limpia. En mi GPS pareciera que estuviésemos en medio de un bosque, sin nada cercano y se ve una pequeña linea azul como el riachuelo que estamos viendo. Estamos en el condado de Brunswick, pero no veo civilización cerca, es sólo el bosque y este riachuelo que esta frente a nosotros. Qué divertida manera de pasar un domingo… perdido en medio de el bosque y relajarse por completo, sin ninguna preocupación. Bueno, si me está dando un poco de hambre, me pregunto si hay algo comestible por aquí cerca. Comeremos estas galletas que tengo en el bolsillo por ahora. Ya veremos luego qué hacemos.
Este riachuelo parece interesante, vamos a caminar un poco siguiendo el riachuelo hacia la derecha a ver si el paisaje cambia un poco.
Siguieron caminando un rato más hacia la derecha y encontraron una roca muy grande, y otras rocas alrededor. El sitio era bastante interesante. Había como una ensenada donde se anchaba un poco el riachuelo, con un poco más de agua y los árboles se habrían un poco más dejando pasar la luz del sol de más ampliamente. Karina se puso a caminar alrededor del lugar animada, el sitio parecía bastante acogedor y la roca saliente le ofrecía cierta sombra y protección en caso llovía. Habían piedritas pequeñas al borde del río y algunos trozos de carbón natural.
La tarde estaba tibia y la caminata les había hecho entrar en calor. Viendo que estaban en la mitad del bosque, los dos se quitaron la ropa y se sentaron en las piedras por las que pasaba el agua, riéndose, se echaron en el agua y dejaron que les moje el cabello. Los dos echados, mirando al cielo con los brazos abiertos. Era una sensación de libertad increíble. - Qué buen domingo estamos pasando! - gritó Karina - esto es maravilloso! y Ramón se reía a carcajadas. Los dos se han puesto a chapotear en el agua, mojándose la cara y todo el cuerpo, gozando de la temperatura fría del agua, que parecía se iba calentando mientras más la sentían. Era un sitio adorable. Al rato salieron del agua y se recostaron acomodándose entre las piedras tibias, la sensación del sol en la piel era muy relajante. Los dos estaban tan alegres y encantados con el lugar que se olvidaron del mundo por completo. Luego de todo el ejercicio, Karina le dijo a Ramón - me está dando hambre, tienes algún plan? y Ramón se quedó pensando con los ojos muy abiertos porque él también tenía apetito y no había pensado mucho en qué hacer para remediarlo. Se puso a caminar descalzo alrededor, pensando, pero estaba tranquilo. Sabía que si Dios había permitido que llegase hasta ahí, era porque tenía algo para ellos, así que caminó alrededor con confianza y de pronto se topó con una pecana. La recogió y miró bien qué era, era una pecana! miró hacia arriba y se dio cuenta que estaba bajo un árbol de pecanas, ¡que tal bendición! así que quizo darle la sorpresa a Karina y le llevó algunas pecanas. Karina se rió a carcajadas, encantada por el hallazgo. - Ramón! me encantan las pacanas!. Se sentaron y comenzaron a abrir las pacanas piedra contra piedra. Estaban deliciosas. Comieron pacanas un buen rato hasta que se saciaron.
Se comenzó a hacer tarde y el sol se comenzó a ocultar. Los dos se pusieron un poco apesadumbrados de que el domingo se estaba acabando y se estaba haciendo tarde. Pronto sería de noche y al día siguiente lunes, de regreso al trabajo, a la oficina aburrida, a pagar cuentas y estar en medio de todo el barullo. El podía vivir con Karina en su departamento, pero siempre con la tensión del trabajo y las cuentas, los impuestos. Llegar tarde a la casa, ver la tele, comer algo y echarse a dormir. Ese era su día y todos los días. Algunos días se iban a pasear, con amigos y así, pero era siempre la tensión, la ciudad y su bulla.
- Sabes qué Karina? estuve pensando que nos podríamos quedar acá, es maravilloso y somos libres. - Ay Ramón, no estoy segura, y que vamos a hacer con el trabajo, las cuentas, la familia y amigos? le contestó Karina. Ramón le sonrió diciendo - en realidad no tendríamos que preocuparnos mayormente de nada, la vida es una y hay que vivirla en plenitud, no te parece? Karina pensó un rato, miró hacia arriba, hacia los lados y dijo - la verdad, estoy feliz aquí - tienes razón, no hay de qué preocuparse. Tenemos un pecano, un riachuelo y un techo de piedra… jajaja. Aparte de todo es que nos amamos y me siento muy feliz. La verdad que me siento harta de mi trabajo y de tener que pagar tantas cuentas y me estreso mucho todos los días. Ramón mirando su cara, sabiendo cómo se sentían los dos de tener que ir a trabajar al día siguiente con todo el stress, se echó de espaldas y se quedó mirando el cielo que estaba color anaranjado, con una imponentes nubes que reflejaban la luz del sol anaranjado con una brillantez casi irreal. - Mira, no queremos que nadie se preocupe por nosotros, si estamos contentos acá. No queremos que piensen que algo malo nos ha pasado, voy a enviar un texto a mis padres para que no se preocupen si no nos ven mañana. Karina también envió un texto a sus padres. - “Ramón y yo nos hemos ido fuera de la ciudad, nos hemos tomado unas vacaciones, no se preocupen, estamos bien”. Karina y Ramón no sabían exactamente en dónde estaban, pero de momento no les preocupaba porque se sentían libres, felices y con fé de que podían sobrevivir allí en la libertad del bosque, junto al agua.
Entre los dos recogieron unos palos secos que encontraron dando vueltas, no muy lejos y los arrastraron cerca de la gran roca. Los pusieron arrimados contra la roca, formando como una tiendita. Luego se pusieron su ropa que estaba en las rocas, mientras masticaban unas pacanas más y se sentaron en una roca a ver la luna que había salido redonda. Sentían el aire fresco de la noche en la cara. Los sonidos del bosque eran distintos de los de la ciudad. Se escuchaban diferentes animales. Pero ellos no tenían miedo, los dos eran personas de fé y sabían que tenían un Padre en los cielos que los cuidaba. Los dos juntaron sus manos y rezaron juntos un Padre Nuestro. Abrieron los ojos, se besaron tiernamente y se fueron caminando a la cobachita que acababan de armar. Sintieron que habían empezado una nueva vida juntos. Los dos cogieron sus teléfonos celulares y los apagaron, no los necesitaban, no necesitaban a nadie ni nada. Se tenían uno al otro y los dos tenían a Dios en medio de ellos. Qué más necesitaban. Se miraron dulcemente, se sintieron completamente liberados. Pusieron unas hojas en la tierra bajo la piedra, bajo la covacha que hicieron y se amaron tiernamente. Se quedaron dormidos, mirando las estrellas en el cielo, más brillantes que nunca, tan suyas y ellos eran tan de las estrellas como nunca se hubiesen imaginado.
Esa noche llovió, les salpicó un poco el agua, pero no les importó. Sus mentes estaban soñando con el amor que se daban uno al otro, sin preocupaciones, sin tensiones ni ruidos de medios de comunicación. Era totalmente pacífico y libre.
En la mañana las aves cantaban en los arboles cercanos, se levantaron los dos y decidieron dar un paseo alrededor de las rocas donde estaban. El paseo debía ser en redondo. Llevaron piedritas en los bolsillos y las fueron dejando en su camino. Dieron un círculo alrededor de la roca y fueron alrededor sin perder de vista la roca, siempre dejando piedrecitas en el camino y luego volvieron a la roca. Ahora conocían un poco más lejos, pero estando en el mismo sitio, sin perderse. Después de eso investigaron todo lo que pudieron dentro de ese círculo, investigaron qué plantas tenían, que tipo de suelo era, y recogieron más ramas para ampliar la cobachita. A la covacha le aumentaron una especie de pequeña pared de palos secos, como de media luna, que iba desde un lado de la piedra hasta el otro lado. Para protegerse de cualquier animal que viniese en la noche, pesar que no sentían real ansiedad por eso.
Esa noche, prendieron un fuego, la noche estaba más fresca. Usaron para prenderlo, el carbón que estaba al borde del rio, haciendo la chispa con la piedra y luego prendiendo pajas. Se sentaron junto al fuego los dos y Ramón comenzó a cantar una canción, llevando el ritmo con dos palitos, y Karina llevaba el ritmo con dos piedras. Se sintieron parte de la música y los dos cantaban juntos. Se pararon y comenzaron a bailar al ritmo de la canción. Sentían su amor muy vivo mientras bailaban. Era tan maravilloso estar juntos compartiendo, sin tensiones ni apuros. Se sentaron junto al fuego y en una especie de petate que Karina había estado tejiendo con unas hojas de gras largas, se abrazaron y se quedaron dormidos.
A media noche, sintieron un ruido, como de unas pisadas. Ramón se despertó y mirando alrededor vio acercarse a un venado. Se acercó a ellos y Ramón lo acarició y le dio a comer algunas hojas de gras que había quedado. El venado, joven, acercó su nariz a Karina, la olfateó y luego se echó a una distancia de siete pies de ellos, como haciéndoles compañía. La luz de la luna los iluminaba con su reflejo azul, Karina dormía junto a Ramón y el venado acompañándolos. Allí estaban ellos, en medio del bosque, acompañados el uno del otro, con animales amigos, con un árbol de pecanas y un riachuelo que satisfacía su sed, estaban allí con Dios, su Padre de los cielos que los cuidaba como hijos queridos. Nadie esta sólo, todos tenemos a nuestro Padre Dios en los cielos que vela por nosotros.
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