sábado, 8 de abril de 2017
Carlota y Otto se van a la playa
Carlota vivía en una casita en lo alto del acantilado y bajaba a la playa todas las mañanas para nadar. Ella tenía un perrito llamado Otto que la acompañaba y le gustaba correr a lo largo de la orilla, ladrando a las olas que reventaban cerca de él y luego se alejaba para no mojarse. Cuando estaba muy cansado de corretear, se echaba en la arena tibia y se quedaba dormido.
Una de las olas trajo consigo una botella de vidrio, sellada con un corcho que contenía un rollo de papel. Otto vió la botella y decidió llevársela a Carlota, pero la botella se la llevaba la corriente cada vez que trataba de alcanzarla. Tal fue su curiosidad y coraje, que no tuvo más remedio que meterse en el agua hasta lograr sostenerla entre sus dientes, luchando contra la corriente. Cuando se dió cuenta, venía otra ola y sin soltar la botella, el agua lo cubrió y se quedó sin piso. Otto trató de nadar hasta la orilla, pero la corriente se lo comenzó a llevar más lejos y comenzó a ladrar con todas sus fuerzas para que Carlota lo oyera.
Carlota, que estaba jugando con unos caracoles, escuchó el desesperado ladrido de Otto y le saltó el corazón de angustia.
- Otto, ¿qué haces nadando tan lejos en el mar?
- ¡No te preocupes Otto, voy a tu rescate!, le gritó Carlota.
Otto estaba muerto de miedo de estar solo en medio del mar.
Carlota salió disparada hacia el mar y sin pensarlo dos veces se lanzó nadando para alcanzar a Otto que se alejaba rápidamente de la orilla. Mientras tanto las olas se hacían más y más grandes hasta que parecían montañas. Otto muy asustado soltó la botella y nadó con toda su alma hasta alcanzar los brazos de Carlota. Ahora estaban juntos tratando de salvar sus vidas en medio de las grandes olas. Se levantó una gran ola como una gran pared y se encorvó sobre ellos bajando con una gran espuma, como una gran avalancha. Todo se puso oscuro y Otto lo único que escuchó fue el grito desesperado de Carlota diciendo su nombre:
- ¡Otto, mi querido Otto!
Otto sintió un turbulento que lo remecía y se aterrorizó tanto que en medio de la turbulencia... sintió la voz de Carlota que lo llamaba, tratando de despertarlo, mientras estremecía su cuerpecito suavemente.
Otto despertó de su pesadilla y vio la amorosa cara de Carlota sonriéndole con ternura.
- Vamos Otto, ¿listo para ir de regreso a casa?
Otto trató de explicarle a Carlota con la mirada, moviendo su cola y saltando alrededor de ella, cuanto significaba ella para él y cuanto había sufrido sintiendo que se iban a morir en medio del mar juntos, y cuán valiente había sido de recoger la botella para dársela a ella, pero Carlota nunca se enteraría del sueño de Otto ni de todo lo que él le quería decir. Sólo sabía que a Otto le encantaba correr por la orilla del mar y luego irse a dormir.
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